Aunque seguramente se note poco la mano de Hitchcock, y mucho de la O, Selznick, sin duda muestra esos trucos, esos toques mágicos de las pelis de Hitchcock. Sólo él evitaría mostrar a esa omnipresente Rebecca, sólo él privaría de nombre a la "novia", la nueva señora de Winter.
La maqueta de Manderley, los preciosos interiores, la fascinación de una genial señora Danvers por su fallecida señora, rozando la necrofilia, entre este detalle y la presencia, como un personaje más, de la finca y la mansión, me han hecho siempre ver esta película con cierto aire de Poe, algo semejante a lo que hubieran sido las películas de Corman y Price si hubieran tenido medios. Podemos adivinar ciertos lugares que visitaremos en Psicosis, una gran casa, una misteriosa y equívoca silueta de mujer en la ventana, o en Vertigo, de nuevo volvemos a hablar de la obsesión por alguien muerto.
Creo que el salto a EEUU del director inglés no vino de la mano de su peli más personal, pero trabajando para el productor más importante de la época, con todo lo malo y bueno que ello suponía, y salir tan, tan airoso, le abriría las puertas de lo que sería su carrera desde este momento, al menos para mí, la gloria cinematográfica, un paraíso para cinéfilos.